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Ciencia sin frontera: hasta la Isla Juan Fernández

El Archipiélago Juan Fernández fue escenario de una experiencia educativa única en el marco del “Congreso Futuro en tu Comuna”, realizada los días 7 y 8 de agosto. El desafío logístico incluyó el traslado en el buque Aquiles de la Armada de Chile, que permitió llevar hasta este territorio insular talleres prácticos y experimentos destinados a acercar la ciencia a la comunidad escolar, transformando durante dos jornadas la rutina de la isla en un espacio de descubrimiento.

Niños y jóvenes participaron activamente en dinámicas organizadas por el grupo Ciencia Experimental y Recreativa Escolar (CERE) de la Universidad Autónoma de Chile. Allí pudieron experimentar fenómenos de física y química que pocas veces tienen cabida en su entorno cotidiano, desde jugar con el electromagnetismo hasta fabricar lámparas de lava. La expectación fue inmediata: cada experiencia abría la puerta a nuevas preguntas y a una curiosidad renovada. Para muchos escolares era la primera vez que veían de cerca cómo la ciencia puede convertirse en un juego, en un espectáculo de asombro, pero sobre todo en una herramienta de aprendizaje que despierta la imaginación. Profesores, apoderados y habitantes también acompañaron con entusiasmo las jornadas, valorando la posibilidad de acercarse al conocimiento científico de una forma concreta y tangible.

La Dra. Carolina Castillo, jefa del Departamento de Física y Química de la U. Autónoma y parte del equipo que lidera CERE, explicó que la reacción fue inmediata y positiva: “Los estudiantes estaban felices y sorprendidos. Cada experimento se transformó en una oportunidad para aprender y hacer preguntas”. Con estas palabras resumió la vivencia de un encuentro que superó las expectativas de organizadores y participantes.

La experiencia en Juan Fernández se inserta en la labor que desarrolla CERE desde 2019, cuyo propósito es democratizar el conocimiento y reducir las brechas de acceso a la educación científica, especialmente en contextos aislados o con condiciones adversas. El proyecto combina la divulgación con la formación universitaria, pues estudiantes de la Universidad Autónoma participan como monitores en distintas regiones del país, desarrollando habilidades de comunicación y pedagogía, mientras inspiran a escolares con la práctica científica. No se trata únicamente de transmitir conceptos, sino de generar una relación de confianza entre quienes se inician en la ciencia y quienes ya están transitando un camino académico más avanzado.

Además de los talleres, el grupo ha diseñado materiales educativos como libros digitales interactivos, cómics y manuales de experimentos. Estos recursos buscan extender la experiencia más allá de un encuentro puntual y ofrecer herramientas permanentes para que profesores y alumnos continúen explorando. La apuesta es clara: motivar vocaciones tempranas en áreas de ciencia e ingeniería y demostrar que el conocimiento es una puerta abierta para todos, sin importar la edad, el género o el lugar donde se viva. La Dra. Castillo resalta que este trabajo está directamente conectado con los ejes del programa Ingenierías2030, particularmente en lo referido a innovación y vinculación con el medio. 

La visita a Juan Fernández se suma a actividades previas realizadas en comunidades como Padre Las Casas y Toconao, reafirmando la proyección nacional del proyecto. Cada nueva localidad representa un desafío distinto, pero también una oportunidad para ampliar la red de escuelas participantes. Los próximos pasos incluyen capacitar a más monitores universitarios, perfeccionar los recursos educativos y responder a las necesidades que van surgiendo en distintos territorios. “Queremos que más niñas y niños descubran que la ciencia está presente en su vida diaria y que ellos también pueden ser protagonistas”, expresó la Dra. Castillo, reforzando que el proyecto busca sostenerse en el tiempo como una iniciativa inclusiva y de largo alcance.

La experiencia en la isla también pone en relieve un aspecto central: la ciencia no es ajena a la vida comunitaria. En lugares donde la infraestructura es limitada y los recursos escasos, el trabajo científico exige creatividad, sensibilidad social y compromiso ético. “La ingeniería debe estar al servicio de las personas, especialmente en comunidades que enfrentan mayores desafíos de conectividad y recursos”, enfatizó la Dra. Castillo, subrayando la dimensión social de la labor académica.