Berta Vivar nació y creció en Achao, una localidad ubicada en el archipiélago de Chiloé, Región de los Lagos. De pequeña y por influencia de su padre, obrero de la construcción, siempre estuvo muy ligada a esta área. “En mi casa siempre había herramientas de trabajo, carretillas, así que pasaba mucho tiempo martillando cosas, jugando con camioncitos, haciendo rumas de tierra y distribuciones de espacio con madera en el campo”, comenta.
Durante la educación secundaria barajó varias opciones para su futuro, entre la abogacía, el periodismo y la ingeniería. Sin embargo, y con los años, se dio cuenta de que la asignatura de Matemáticas era su fuerte, así que una vez dada la Prueba de Aptitud Académica (PAA), decidió entrar a estudiar Ingeniería Civil en Obras Civiles.

“Cuando entré a la carrera no tenía idea de qué se trataba. Sabía que estaba un poco más arriba que Ingeniería en Construcción, pero no sabía para qué era. Viví en un pueblo pequeño donde no había información sobre esos temas, ni tampoco tenía a algún ingeniero que pudieses orientarme. En Achao tampoco hay construcciones masivas, por lo que me fui en total ignorancia a estudiar”, cuenta.
A pesar de las dificultades y lo que significó el cambio de la educación secundaria a la universidad, Berta llegó hasta la tesis de su carrera. Trabajó en Chiloé y finalmente en Punta Arenas, donde llegaría a la Universidad de Magallanes a integrarse en el laboratorio del Departamento de Ingeniería en Construcción, AustroUMAG. “Hablé con el director de Departamento de ese entonces y le pedí autorización para hacer unos ensayos de suelo. Aquí tuvieron toda la disposición a ayudarme, me enseñaron a usar las máquinas que tenían, por lo que realicé algunos análisis en la zona y otras muestras me las llevé a Valdivia”, menciona. Finalmente, y con la información que recopiló, pudo titularse de ingeniera civil.
Desde allí, su buena relación con Punta Arenas se acrecentó, volviendo a instalarse definitivamente en Magallanes y convirtiéndose en parte del cuerpo docente del Departamento de Ingeniería en Construcción UMAG, especializándose en el área del hormigón armado y suelo. “Acá vieron las aptitudes que tenía, creo que principalmente detectaron mi paciencia con los estudiantes”, reflexiona con risa.
Actualmente, se encuentra realizando su tesis doctoral denominada “Estabilización de suelos considerando condiciones semi saturadas de la Región de Magallanes”, con lo que busca abarcar una temática con datos insuficientes para la instalación de nuevas energías.
“En la región hay poca información de los suelos, y con el equipamiento que ahora posee nuestro Departamento estamos intentando hacer un programa experimental donde tomemos un sitio, realicemos la máxima cantidad de ensayos, establezcamos correlaciones y podamos identificar tipos de suelo, que a veces no sabemos que tenemos. Por ejemplo, aquí en la zona se habla mucho del mazacote, pero debemos estudiar qué características tiene y si es necesario clasificarlo”, explica. Su investigación se orienta al estudio de los lugares donde se instalen aerogeneradores pertenecientes a la industria del hidrógeno verde, con el fin de medir su impacto en la geografía de Magallanes, información de gran relevancia para las empresas del rubro.
“El habernos adjudicado el año pasado el equipo dinámico triaxial, que permite estudiar cuánta carga soportan determinados tipos de suelo, fue como un sueño para nosotros. La idea es hacer ensayos en puntos clave, comparar y actualizar la información existente. Somos ambiciosos en lo que queremos lograr”, menciona la ingeniera, respecto a la adjudicación del fondo concursable Equipamiento Tecnológico de Laboratorio ING2030 UA-UMAG, que permitirá profundizar en su investigación.

Tras una década enfocada en la docencia y la investigación, siendo jefa de carrera durante varios años, Berta comenta que ha aprovechado el tiempo para fortalecer sus habilidades blandas, reforzando el vínculo de acompañamiento y aprendizaje con sus estudiantes, generaciones que, en sus palabras, le han enseñado varias cosas.
“Existe un cambio en las generaciones que encuentro es para mejor, me encanta esta juventud que nos lleva a trotes, porque lo quiere cambiar todo. Nosotros vivíamos en una burbuja, con muchos estereotipos marcados, machismos y discriminaciones absurdas. Ahora, para ellos hay temáticas que ni siquiera son tema”, comenta. Berta ve esta transformación en sus hijos, de 10 y 6 años. Mientras el mayor se encamina a ser ingeniero, la menor es una pequeña artista, por lo que busca las mejores opciones educacionales para impulsar su creatividad y confianza.
En palabras de Berta, este es el momento para ir rompiendo la brecha de género en carreras como la ingeniería. “Generalmente en áreas como la construcción aún se ve un porcentaje menor de mujeres, alrededor de 20/80. Además, y conversando con ex alumnas o compañeras, coincidimos en problemas similares, como la discriminación o el tener que ‘masculinizarse’ para hacerse respetar”, cuestiona.
Sin embargo, rememora su infancia y alienta a quienes eligen la disciplina. “Recuerdo que hacer todos esos juegos de construcción me apasionaba mucho, por eso hay que darse cuenta cuando uno hace las cosas con agrado, porque el tiempo pasa y no te das cuenta. Eso tienen que seguir, lo que haga que su corazón lata más fuerte. Además, estudiar sobre lo que te apasiona ayuda mucho, el mayor acto de rebeldía que uno puede hacer es el estudio”, concluye.
Dra. Berta Vivar, Ingeniera Civil en Obras Civiles de la Universidad Austral de Chile y candidata a doctora en Industria Inteligente de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Académica e investigadora de la Universidad de Magallanes.